

Estabilidad Democrática
Costa Rica destaca como uno de los países políticamente más estables de América Latina; cuenta con una larga tradición democrática (ha mantenido gobiernos elegidos democráticamente desde 1953) y niveles de estabilidad social relativamente altos. En efecto, de acuerdo con el Informe sobre la Democracia 2022, publicado por el V-Dem Institute de la Universidad de Gothenburg, Costa Rica se ubica como la tercera democracia con mayor libertad electoral del mundo (ubicada detrás de Suecia y Dinamarca) y como la cuarta democracia más sólida del mundo.
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También es considerado uno de los países con niveles de desarrollo humano más altos de América Latina.
Crecimiento y Estabilidad
Costa Rica es una economía centroamericana que se coloca entre las de ingreso más alto, mayor crecimiento y menor volatilidad de América Latina, lo que ha contribuido a convertirla en un atractivo destino de inversión para empresas líderes en el mundo.
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El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de Costa Rica alcanzó los $12.508 en 2021, muy por encima del promedio regional de ese año, que se situó en $7.727, y más del doble del PIB colombiano, de $6.131.
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La consistencia del crecimiento económico costarricense ha sido notable. La tasa promedio de crecimiento del PIB real entre 2000 y 2019 fue de 4,03%, en contraste con un promedio regional de 2,54%, y por encima de Colombia (3,81%) e incluso Chile (3,79%). Es cierto que la economía de Panamá, dinamizada entre otros factores por la ampliación del Canal, creció mucho más rápidamente, con una tasa promedio anual de 5,9%, pero también con mucha mayor volatilidad: la desviación estándar de la tasa de crecimiento del PIB en ese periodo es de 3,17%, en contraste con 1,78% en el caso de Costa Rica.
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Por razones de comparabilidad, se utilizan cifras tomadas de los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial, que pueden tener cierto grado de diferencia con las cifras oficiales publicadas por las autoridades de cada país. Se dejan fuera de la comparación 2020 y 2021 porque la contracción en el primero y la fuerte recuperación en el segundo, si bien ponen en evidencia la resiliencia de la economía costarricense, son fenómenos extraordinarios que no ilustran de manera clara las tendencias de largo plazo del crecimiento de la economía.